Dominaria

Los tres se quedaron atónitos, con la brisa húmeda revolviéndoles el cabello. Liliana apartó la mirada y tensó la mandíbula, claramente furiosa. Chandra enterró el rostro entre las manos y Gideon contuvo un gruñido. Tenía que ir en pos de Nissa y convencerla para que regresase, pero el dolor le perforaba el pecho con cada respiración. De pronto, Chandra levantó la cabeza: —Yo también me marcho.